La noche del primero de octubre de 1968 a las 11.30 de la noche el entonces secretario de Gobernación Luis Echeverría Alvarez, declaraba: “el conflicto estudiantil está a una cuantas horas de solucionarse”. A las 4.30 de la tarde del dos de octubre un helicóptero sobrevolaba el edificio Chihuahua en la Unidad Habitacional de Tlatelolco y lanzaba varias luces de bengala, señal que esperaban los cuerpos de seguridad nacional y el ejército mexicano para abrir fuego en contra de aproximadamente cuatro mil estudiantes que ahí se manifestaban. Días antes el presidente de la república Gustavo Díaz Ordaz en su informe presidencial había dado a conocer la mejor definición de diálogo:
“Ustedes piden dialogar y yo les digo –un diálogo consiste en exponer con objetividad y precisión los propios puntos de vista, diálogo es saber escuchar los puntos de vista del otro y diálogo es finalmente, saberse poner mutuamente de acuerdo”
Pero el Señor Presidente, sus secretarios de gobernación y de defensa nacional únicamente conocían el diálogo de las balas y nosotros no pudimos responder.
Justas o no las demandas del pliego petitorio, el movimiento estudiantil era la clara muestra de inquietudes que se manifestaban en México, como en todo el mundo; en los Estados Unidos con la oposición de los jóvenes a la guerra de Vietnam, la lucha por los derechos civiles de Martin Luther King, la lucha del Black Power por la igualdad. En Francia la Revolución de Mayo, Praga, Tokio, Checoslovaquia y Rusia en Conflicto.
No obstante el mundo se detuvo por unos momentos y “Los Juegos de la Amistad” se llevaron a efecto. Iniciaron con una muestra internacional de expresiones culturales; música, danza, literatura, arquitectura y la “Ruta de la Amistad” en Periférico Sur. Y siguió con las actividades deportivas y una emotiva inauguración en el Estadio México 68 con muestras de bailables, globos y palomas de paz.
Fue algo sobresaliente ver a destacados deportistas de orden mundial en plena acción: Vera Chavlavska en la gimnasia, Tom Smith y John Carlos en los 200 metros, Foxbory innovando el salto de altura, Bob Beamon imponiendo un nuevo récord mundial en el salto de longitud: 8.90mts. pero lo más meritorio atletas mexicanos rompiendo el estigma de la raza de bronce para obsequiarnos 9 medallas olímpicas; 3 de oro, 3 de plata y 3 de bronce ganadas a pulso por Ricardo Delgado, Antonio Roldán, Joaquín Rocha y Antonio Zaragoza en box. José Pedraza en Caminata. Felipe Muñoz en natación, Pilar Roldán en esgrima, María Teresa Ramírez en natación y Alvaro Gaxiola en clavados.
Queda la reflexión, ¿Vale la pena todo el costo social que conllevan unos juegos olímpicos?, ¿Valen estos juegos la vida de ciudadanos masacrados para que el país sede ofrezca una buena imagen al mundo?, ¿vale la pena tanta ignominia para que por ejemplo las ganancias que calcula Brasil se aproximan a los 600 millones de dólares y el costo ha sido aprender o matar en las favelas a ciudadanos “peligrosos” para el régimen, como lo fueron los estudiantes del 68 en México o en su momento en China?
La visión comercial de los juegos, propuesta por Juan Antonio Samaranch (“quien no tenga una visión comercial de los juegos no tiene nada qué hacer aquí”, declaratoria inaugural de los Juegos de Barcelona 92). Está operativa, el deporte debe y puede ser comercializado, tenemos que entender que el deporte de alto rendimiento; el deporte competitivo cuesta mucho dinero, a pesar de esto, debemos evitar el alto costo social.
Que maravilla ver a atletas destacados rompiendo las leyes de la física, bajando tiempos, rompiendo récords, lo maravilloso está en admirar el potencial biótico de una especie que cada vez es más rápida, más fuerte y más hábil, pero lo más delicioso de todo es todavía poderse poner unos tenis y salir a trotar a las seis de la mañana.
SALUDOS ESTIMADOS ATLETAS DE MEXICO
Psicólogo del Deporte Jorge E. García Z.
Correo Electrónico: jge_garci@hotmail.com
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